La solemnidad del cuerpo santo y la sangre de Cristo
2 de junio de 2024 - Año B
Lecturas: Ex 24: 3-8 / PS 116 / Heb 9: 11-15 / Mk 14: 12-16, 22-26
por el reverendo Nixon Negparanon, pastor
La solemnidad del cuerpo sagrado y la sangre de Cristo, también conocido como Corpus Christi, es una celebración profunda en el calendario litúrgico que nos invita a reflexionar profundamente sobre el misterio de la Eucaristía.Esta fiesta nos recuerda la verdadera presencia de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía, un misterio que es fundamental para la fe católica.Mientras contemplamos esta solemnidad, surgen varias reflexiones clave.
En el corazón de Corpus Christi está la creencia en la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía.Esta doctrina enseña que en los elementos consagrados del pan y el vino, Jesucristo está realmente presente: cuerpo, sangre, alma y divinidad.Este misterio trasciende la comprensión humana, invitándonos a abordarlo con fe y reverencia.La Eucaristía no es un símbolo, sino un encuentro profundo con el Cristo vivo que viene a alimentarnos y transformarnos.La Eucaristía es una manifestación del inmenso amor de Jesús y su último sacrificio por la humanidad.
En la última cena, Jesús instituyó a la Eucaristía como un monumento perpetuo de su pasión, muerte y resurrección.Cada vez que celebramos la Eucaristía, estamos invitados a entrar en el misterio del sacrificio de Cristo, para recordar su amor por nosotros y para responder con nuestro propio amor y gratitud.La Eucaristía es un llamado para vivir una vida de amor que se autogolle, reflejando el ejemplo de Jesús.
La celebración de la Eucaristía también subraya la unidad de la Iglesia.Al recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, estamos unidos no solo con Jesús, sino también entre nosotros.La Eucaristía es el sacramento de la unidad, que nos une como el cuerpo de Cristo.Nos reta a superar las divisiones, vivir en armonía y trabajar por el bien común.En un mundo a menudo marcado por fragmentación y discordia, la Eucaristía nos llama a ser instrumentos de paz y reconciliación.A medida que recibimos la comunión, estamos unidos con Cristo y entre nosotros.Nos convertimos en su cuerpo, su iglesia, su presencia en el mundo.Estamos llamados a ser rotos y derramados para los demás, tal como lo era Jesús.
El Segundo Concilio Vaticano describió a la Eucaristía como la fuente y la cumbre de la vida cristiana.Esto significa que todos los demás sacramentos y obras de la Iglesia están orientados hacia la Eucaristía, y de ella dibujan su significado.La Eucaristía es el punto culminante de nuestra vida espiritual, donde nos encontramos con Cristo más íntimamente.Nos alimenta espiritualmente, nos fortalece en nuestro viaje de fe y nos envía a vivir el evangelio en nuestra vida cotidiana.
Al reflexionar sobre la Eucaristía, preguntemos, ¿recibimos la comunión con reverencia y gratitud?¿Reconocemos la presencia de Cristo en los que nos rodean?¿Compartimos nuestras propias vidas, como el pan de vida, para nutrir a los demás?
Hay una historia de una mujer joven que cuidó a su tía anciana.La tía había heredado una buena cantidad de dinero de su hermano fallecido, pero nunca se lo mencionó a nadie.En su lecho de muerte, convocó a su sobrina y dijo: “Has sido tan bueno conmigo, quiero recompensarte.Tome este suéter de mi suéter y úselo hasta que se vuelva rico ”.La sobrina expresó su gratitud pero estaba decepcionada.Sintió que su tía podría haberle dejado al menos un reloj o un anillo.Ella enterró el suéter en el cajón inferior de su oficina.La tía murió.Un año después, la sobrina se puso el suéter mientras hacía un trabajo de jardinería.Ella sintió algo en el bolsillo del suéter.Encontró una llave envuelta en una nota.En la caja desbloqueada por la llave, descubrió que su tía había dado su título legal a una fortuna de trescientos millones de dólares.
La moraleja de la historia es que a menudo extrañamos los tesoros que se nos transmiten, porque no nos tomamos el tiempo para mirar.La aplicación de esta historia a la fiesta del cuerpo y la sangre de Cristo es la misma.Podemos perder el tesoro de la Eucaristía, porque no nos tomamos el tiempo para mirar o reflexionar sobre este misterio.
Cada año, la iglesia se detiene para meditar en la eucaristía misma.Aunque celebramos la Eucaristía cada día del Señor, en este día nos sentimos atraídos por reflexionar sobre eventos y enseñanzas sobre Cristo.Es posible que no siempre prestemos atención suficiente a la vivienda del sacramento en el centro de nuestra experiencia semanal.
Finalmente, la celebración de Corpus Christi es un llamado para vivir "Eucaristic-Ly".Esto significa que nuestras vidas deberían reflejar los valores de la Eucaristía: gratitud, auto-entrega, unidad y amor.Estamos llamados a ser un pueblo eucarístico, viviendo en constante acción de gracias por el don de Cristo y luchando por encarnar su amor en nuestras interacciones con los demás.Nuestra participación en la Eucaristía debería inspirarnos a ser más como Cristo, a servir a los necesitados y a construir un mundo más justo y compasivo.
La solemnidad del cuerpo sagrado y la sangre de Cristo nos invita a un profundo reflejo sobre el misterio de la Eucaristía.Es una celebración que renueva nuestra fe, fortalece nuestra unidad y nos inspira a vivir más plenamente en el amor de Cristo.Mientras participamos en la Eucaristía, hagámoslo con reverencia y gratitud, permitiendo que este profundo sacramento nos transforme y nos guíe en nuestro viaje cristiano.